Se cuenta que en uno de los
viajes hicieron para volver de Flandes a España, Juana de Castilla y Felipe el
Hermoso, se desató un gran temporal que estuvo a punto de hundir el barco.
Se dice que Felipe, que era muy
miedoso se encontraba con el temporal descompuesto, creyendo que peligraba su
vida, y cuando se lo comentó a Juana, esta sólo fue capaz de contestarle:
No debes preocuparte. ¿Es que
acaso se conoce a algún monarca que haya muerto ahogado?.
En este viaje, que comenzó el 8
de enero del año 1506, Juana de Castilla ya daba muestra de unos celos enfermizos,
que terminarían con ella encerrada. El grupo de damas de la corte que los
acompañaban tuvieron que ser embarcadas a escondidas, ya que la reina Juana se
negó a montarse en el barco si había otras mujeres en la comitiva y Felipe no
quería llegar a España con su mujer sin acompañantes de la corte.
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