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miércoles, 10 de febrero de 2021

El que se fue a Sevilla, perdió a su silla

Alfonso Fonseca
¿Cuántas veces habremos oído y dicho aquello de El que fue a Sevilla, perdió su silla?

La frase parece que viene de cuando reinaba Enrique IV de Trastámara de Castilla.

Un sobrino de Alonso de Fonseca, Alonso de Fonseca y Acevedo, que era arzobispo de Sevilla, fue también designado como arzobispo de Santiago de Compostela.

Pensando el tío que con los problemas que existían en ese momento en Galicia a su sobrino le costaría mucho tomar posesión de arzobispado, se ofreció a ir el a Santiago para ir solucionando los problemas, aunque le pidió a su sobrino que durante este tiempo se hiciese cargo de Sevilla.

A ese acuerdo llegaron y el tío se fue a Santiago y el sobrino se quedó en Sevilla, pero cuando intentaron restablecer los lugares, el sobrino le dijo aquello de si quieres arroz Catalina, que él no se movía de Sevilla y que el arreglo había sido para siempre e incluso tuvieron que intervenir el Papa Pío II y el rey Enrique que dispusieron que regresara a Sevilla el año 1463.

El joven, una vez que regresó a Santiago, terminó preso y sentenciado a cinco años de condena por otros delitos, pero su carrera continuó y llegó a ocupar los más altos cargos eclesiásticos, teniendo que ceder su arzobispado a su propio hijo.

De este hecho es de donde vino la frase, aunque en realidad no es como la decimos ahora, porque no es El que fue a Sevilla, perdió su silla, como ha quedado, sino El que se fue de Sevilla, perdió su silla.

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