Es el 6 de junio de 1217 es cuando una teja que se desprende, parece que de forma accidental del tejado del Palacio Episcopal de Palencia, cambió, nunca mejor dicho de golpe, la historia de España. La teja suelta vino a estrellarse contra la cabeza del rey de Castilla y lo dejó muerto en el sitio.
El rey se llamaba Enrique I y sólo contaba con 13 años y al no contar con descendencia fue su hermana, la más cercana pariente de una extensa familia, pero no muy bien avenida la que saldría beneficiada.
Se pone en marcha el mecanismo sucesorio y es precisamente Berenguela la que se beneficiaría de este accidente, aunque abdica en su hijo al que todos conocemos con el nombre de Fernando III el Santo.
El rey se llamaba Enrique I y sólo contaba con 13 años y al no contar con descendencia fue su hermana, la más cercana pariente de una extensa familia, pero no muy bien avenida la que saldría beneficiada.
Se pone en marcha el mecanismo sucesorio y es precisamente Berenguela la que se beneficiaría de este accidente, aunque abdica en su hijo al que todos conocemos con el nombre de Fernando III el Santo.
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